04/08/2014

Voluntariado - Una experiencia única

por: Lady Amaro
Mi estadía en Punta San Juan significó estar en el mismo lugar en el que se albergan muchos pingüinos; la colonia de pingüinos más grande del Perú, ¡y también el lugar en que al fin conocí al lobo fino!
Aprendí la categorización de tanto Otaria flavescens como de Arctocephalus australis. Tantos de los “papers” que tuve que leer estaban basados en los pingüinos que viven en Punta San Juan… y es que todos los expertos en pingüinos del Perú han pasado por este lugar. Cuando mi asesor de la tésis me instruía, él iba recordando su trabajo en Punta San Juan mientras un brillo en sus ojos delataba la nostalgia que sentía al ya no estar ahí. Y ese brillo fue suficiente para convencerme de que yo también quería estar en Punta San Juan.

La nueva técnica que aprendí fue poner “toe tag” durante cada chequeo de nidos de pingüino que debíamos realizar. Al principio, yo no quería usar este método, pero tuve que aceptar que era necesario para realizar los importantes estudios de reposición de nido, fertilidad, fidelidad de pareja, etc. Hubo un día en el que Franco –mi compañero de campo- y yo realizamos este chequeo y descubrimos el largo trabajo que significaba esta actividad cuando ya eran las 5 de la tarde y aún no terminábamos. Ese día acabé con las rodillas destrozadas, y qué decir de Franco; tantos picotazos y aletasos que recibía el pobre. Aún me río al recordar eso; lo siento, ¡pero fue gracioso!
También participé en el marcaje de crías de lobo fino, y fui afortunada por haber aprendido cómo es el trabajar con estos individuos. ¡Sí que muerden esos “pups”!

Punta San Juan me trajo nuevas experiencias. Algunas con sustos y novedades, y otras con alegrías y satisfacciones… pero todas forman parte de la oportunidad que tuve de conocer el lugar en el que siempre quise trabajar con pingüinos. Agradezco a Marco Cardeña y Franco Sandoval por la enorme paciencia que tuvieron para repetirme las instrucciones todos los días (no quería cometer errores, ¡lo siento!) y por dejarme contar más de una vez hasta estar segura de que teníamos el número correcto. Gracias también por brindarme su experiencia de campo tan productiva e interesante… espero poder aplicar estos nuevos conocimientos en otros lugares; tantas nuevas experiencias que quiero replicar y mejorar. Muchas gracias al PPSJ por otorgarme la oportunidad de participar en este voluntariado por 2 meses, ¡especialmente porque fue durante la época reproductiva de Spheniscus humboldti!


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