15/09/2015

El mar, nuestra comunidad

por: Miluska Elguera
Desde sus orígenes, el ser humano siempre ha estado en contacto con la naturaleza. Como sustento, como vivienda e incluso como deidad. Como algo vivo le atribuyó una personalidad y una función divina. La quiso tranquilizar con ofrendas, trató de agradarla con rituales, le agradeció con cantos. Ese nexo con la naturaleza era práctico.
En el cotidiano de un agricultor, pescador o colector de épocas prehispánicas, agradecer a lo que les brindaba un beneficio era algo con sentido, hasta el día de hoy damos gracias a lo que nos da un bienestar y alegría. Era racional agradecer a la tierra por la cosecha, a la mar por la buena pesca, a la lluvia por los prados verdes, al buen viento por llevar las balsas a buen destino, a la misma luna por iluminar el camino. Hoy tenemos otra cultura, otras culturas y, a pesar que la naturaleza sigue teniendo los mismos roles y dándonos beneficios, nuestra escala de prioridades y agradecimientos van por otro lado: Al celular por sacarnos del tráfico, a los televisores por “entretenernos”, a los autos por transportarnos. Todo cambia.

La relación, o más bien, las relaciones que hoy tenemos con la naturaleza son otras. Es mi rol en este Programa tratar hacer que los pobladores de Marcona estrechen un poco más el nexo con su medio ambiente y con la reserva Punta San Juan. La tarea no ha sido sencilla a pesar de ser este un lugar relativamente pequeño, con 15mil habitantes aproximadamente, y de encontrarse a 10 minutos en auto del centro de la ciudad a la reserva, sin tráfico de por medio. La distancia es en la mente del residente que, tiene a la reserva como un lugar al que se le prohibió el ingreso quién sabe por qué motivo. Las culturas desde sus orígenes ante las distancias que impedían la comunicación entre dos puntos, construyeron puentes y fueron creando lazos, todos juntos en comunidad.

Construyendo Puentes con Punta San Juan, Creando Lazos en Comunidad, apuesta por generar conexión entre las personas de Marcona y el medio ambiente en general y la Reserva Punta San Juan en particular, esto tras 30 años de investigación científica exacta in situ de un equipo comprometido en conservación, el equipo del Programa Punta San Juan, ahora; Programa Punta San Juan. Esa mi chamba, es algo difícil, eso la hace bella.
Actualmente soy la coordinadora de este hermoso proyecto de educación ambiental que se desarrolla en el lugar donde pasé mi vida antes de irme a Lima a estudiar y trabajar casi 12 años lejos de la playa, del olor a mar. En el año 2010 retorné con la idea de descansar y ver a mi familia. Ese era el plan, pero desde entonces van 5 años y lo que menos he hecho es seguirlo.

Trabajé para los pescadores artesanales, hice un proyecto en comunidad con arte para niños de la caleta del distrito y ahora trabajo en educación ambiental. Estoy contenta.

Si tuviera que resumir en una palabra el tiempo en el Punta San Juan yo diría sin titubear, “aprendizaje”.

He tenido todos mis sentidos en alerta todo este tiempo: Escuchando conversaciones, debates y exposiciones de tesis de los biólogos, he observado cómo se mide la temperatura del mar, cómo se revisan los nidos de pingüinos, he llevado ponencias a dos eventos de educación ambiental sobre el proyecto. He jugado a la bióloga, como dice Susana Cárdenas, directora del Programa Punta San Juan. Me sorprendo de lo que sé cuando me hacen preguntas sobre la biodiversidad y me doy cuenta que tengo mucho por aprender al escuchar más conversaciones entre los biólogos.

En lo relacionado a la biodiversidad, lo que más me ha gustado ha sido participar en la biometría de lobos marinos finos el año pasado. Lo chistoso fue que me dijeron que me pusiera ropa de campo y eso para mí significa ponerme encima cualquier ropa vieja que tuviera por ahí. Entonces en esta foto podrán ver el resultado. ¡Encuentra a la antropóloga!
En cuanto al trabajo en comunidad he tenido que organizar las visitas guiadas a la reserva, las actividades culturales, las capacitaciones a las brigadas ambientales y todo lo que se me ocurra para fortalecer lazos entre la reserva y Marcona. Lo que más me ha gustado sin duda alguna han sido las actividades en comunidad. El arte siempre me ha parecido una herramienta bella para transmitir mensajes. La actividad que más recuerdo ha sido la primera muralización en la ciudad. Ver cómo la gente que pasaba por la calle se animaba a participar y lo emocionados que los chicos de la reserva quedaron al ver su obra maestra culminada fue lo máximo.
En este tiempo he podido ver cómo muchas de las personas que participaron en las visitas guiadas han quedado encantadas con la reserva. Adultos que recuperan la capacidad de sorprenderse ante algo tan natural como un ser vivo alimentándose o jugando o descansando.

El mayor reto para mí ha sido trabajar con adolescentes en las brigadas ambientales. Había trabajado con niños pero con adolescentes me imaginaba que sería un caos y no podría con la responsabilidad. Finalmente cuando hicimos un documental, en apenas 4 sesiones pudimos compartir, reflexionar y reír. Los chicos calificaron esta actividad como la mejor del programa de formación.

Lo más divertido ha sido el aprender a reducir mi uso de plástico y bolsas. ¿Por qué? Bueno, porque les recuerdo que Marcona es pequeño y cada vez que olvidaba mi bolsa de tela o toma todo, me tenía que esconder de la gente por vergüenza, sino, perdía credibilidad mi discurso. Claramente nadie me iba a creer nunca más mi “rollo medio ambiental”. Sobre todo me escondía de los chicos de las brigadas. Ya pareciera que llevara algo ilegal conmigo.
Hoy ya no olvido más mi bolsa de tela pero, a veces me ganan y me dan la bolsa de plástico en las tiendas. No tengo la rapidez todavía.

Desde que egresé he trabajado con profesionales de otros ramos: Educadores, artistas, comunicadores, siempre del área de humanidades, nunca profesionales de ciencias exactas como los biólogos de la reserva Punta San Juan. A pesar de algunas discrepancias en el trabajo, he llegado a tener empatía porque no son como uno imagina a la gente de ciencia exacta: Serios y cerrados a las fórmulas frías, sino todo lo contrario. Creo que congenié porque tienen un lado activista, como yo; y sobre todo porque aman lo que hacen.
La antropología me ha mostrado a modo de un abanico maravilloso de colores, las culturas de los grupos sociales, pero; es hasta hoy cuando siento que conozco un aspecto que completa el rompecabezas cultural: El medio ambiental.

Y bueno, quizás no creemos nuevos cantos a la luna, pero poco a poco respetaremos más el medio ambiente que, al final de cuentas es nuestra casa. Eso, tiene sentido.


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