15/10/2015

Lobos y filamentos

por: Félix Ayala
Usualmente, los días no son tan tranquilos; cada día nacen la emoción e intriga nuevamente por la colecta de datos en campo, una actividad que nos permite observar la dinámica de las poblaciones y tomar medidas que hagan posible el salvaguardar a las especies que comparten el ecosistema con nosotros, los seres humanos. Estas especies merecen nuestro respeto incluso cuando no cuentan con derechos pues, si ellos pudiesen exigirlos como nosotros, seguramente también los tendrían. Siento que sería egoísta no defenderlos de aquellos individuos de nuestra misma especie que no comparten esta idea del respeto...

Todo comenzó con “Mochilita”. Logré observar a este lobo fino sudamericano (Arctocephalus australis) durante mis primeros días de capacitación gracias a Paulo, quien me contó que Mochilita estuvo en peligro de muerte hasta que el equipo de PPSJ retiró de su cuerpo el dañino filamento. Cuando presté más atención a Mochilita, pude notar las marcas que dejaron esos momentos de agonía en su cuerpo...
Como Mochilita, muchos otros lobos que se adentran en el mar en busca de alimento deben enfrentar una complicada odisea. En la actualidad, las grandes pesqueras compiten contra ellos por la misma presa, e incluso existen historias que señalan que en el pasado algunas de ellas las asesinaban con tal de ganar esta competencia. La contaminación, además, ha creado otros obstáculos para la alimentación de estos inocentes animales.

Existen diversos tipos de contaminación, pero en esta ocasión yo solo les hablaré de la de los contaminantes persistentes sólidos. Gracias al Programa Punta San Juan, que nos abre la mente a nuevas ideas, hoy tengo mayores conocimientos que me permiten investigar los efectos de estos contaminantes y sus consecuencias más minuciosamente. Aunque existe un número reducido de investigaciones de contaminación marina, sobre todo en nuestro país, hay que esforzarse por abrir caminos nuevos…
La propuesta de investigación que planteo consiste en crear una base de datos sobre las unidades de residuos que llegan hasta la reserva Punta San Juan. Estas unidades deberán ser medidas mensualmente en dos zonas de estudio, que serían las playas S4 Y S5-B. Esto, a su vez, implicaría realizar dos actividades clave, que son la caracterización mensual y un pesaje de lo que arrojan las corrientes a las playas de dicho lugar, dos acciones que no se realizan en el Perú mensualmente, y mucho menos en una reserva nacional. Este estudio es beneficioso por numerosas razones, pero algunas de las más relevantes son el que permitiría conocer lo que más se puede encontrar en los mares, qué contaminación generará la sociedad en las cantidades mayores, qué ocasionan en la fauna de Punta San Juan estos residuos, entre otras. Aún así, para saber más sobre los efectos de los micro plásticos es necesario realizar estudios aún más detallados, pues cuando estos elementos se desfragmentan en partes más pequeñas a medida que pasa el tiempo, existe la posibilidad de que distintas especies los confundan con alimento. Hasta el momento, he podido recolectar datos por dos meses, y he notado que uno de los elementos contaminantes que predominan en el área de Punta San Juan son los envases de aceite de motor, que son considerados peligrosos.

Todos relatan sus experiencias en Punta San Juan y yo también pude haber aprovechado este espacio para hacerlo, pero quise utilizar esta entrada para incitar la reflexión. Tomémonos un momento para considerar que allá, no solo en la reserva sino también en el resto del océano, hay seres vivos que, al igual que nosotros, buscan llevar adelante la subsistencia de su especie. Compartir ecosistemas con ellos no significa que tengamos el poder de desplazarlas de su hogar y, mucho menos, provocarles la muerte…

PD: No arrojen residuos en las playas, por amor a lo que más amen en esta vida. ¡¡¡Gracias!!! ☺


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